Inquietud
Escrito por Celia Carbonell
30 de enero de 2023

Para tener criterio propio solo se necesita inquietud.

Cuando hice el bachiller tenía un gran profesor de filosofía. Al resto les parecía un loco. A mí, alguien extraordinario.

Me insistía mucho en que no me creyera todo lo que me contaban, «ni lo que leas, ni lo que yo mismo te digo”, me decía.

Aquella lección se me ha quedado clavada en el cerebro.

Cada vez que leo o escucho algo que me provoca curiosidad, me acuerdo de aquel profesor y comienzo a buscar…

Con anterioridad a la publicación de la tan comentada “ley sí es sí”, ya se advirtió que su redacción iba a beneficiar a los agresores sexuales y a los ya condenados.

Tanto jueces como juristas, especializados en la materia, lo advirtieron hasta la saciedad.  Sin embargo, los “creadores” de tan nefasta ley decidieron subirse al mismo carro de siempre: bulos de la extrema derecha.

Tras la aprobación de la ley, comienzan a rebajarse las condenas. ¿Por qué? Porque así lo permite la mentada norma. No hay otra razón por mucho que se quiera tapar.

Sin embargo, una vez más, esos creadores de tan nefasta ley deciden echarles la culpa a los jueces (de extrema derecha, por supuesto) y acusarlos de no saber cómo se aplica la ley.

Con ello, más de 200 violadores obtienen beneficio en su condena y muchos de ellos se encuentran ya en la calle.

Ahora la culpa es de la prensa (que resulta que también es de extrema derecha, no lo olviden) y que su verdadera intención intención es manipular a la población diciendo que la ley es un auténtico ataque para las víctimas.

El gobierno, tras tanto tirón de oreja, “anuncia” que va a modificar la ley “sí es sí”. Se ha dado cuenta de que está beneficiando a violadores que están viendo reducidas sus condenas y que eso no puede ser culpa de la extrema derecha.

Pero es tarde.

Ya es tarde.

El daño ya está hecho y esa posible reforma solo será de aplicación a las nuevas condenas. Los ya condenados, podrán seguir disfrutando de la reducción de la pena en caso de que proceda su revisión.

Los creadores de la ley sí es sí, se enfadan (les ha faltado decir que el gobierno es de extrema derecha, aunque no descarto que lo terminen haciendo) manteniendo en que la ley está bien hecha y que no van a permitir que se modifique “lo del consentimiento”.

Lo del consentimiento, dicen algunos expertos en la materia, se recoge en nuestro código penal desde el año 1822.

No comparto dicha interpretación, sobretodo porque en el año 1822, los delitos en este sentido eran referidos a la “honestidad” y solo se hacía referencia a la “muger” (con «g») casada, como si las «mugeres» solteras no tuvieran honestidad.

También se recogía el delito de estupro, pero no he leído referencia al consentimiento. Al menos yo no lo he visto.  

Lo que puedo decir, por mis conocimientos, por mi experiencia, y por mi inquietud que lo que “sí o sí” es, que eso del “consentimiento” en lo que tanto se basan «los/las/les creadores» se recoge desde el año de la tos, o del hilo, o de la pera. Que si bien tengo mis dudas que se hiciera en el año 1822 (era otro contexto social que, menos mal, ha evolucionado) lo cierto es que en el año 1870, en el artículo 453 y siguientes, ya se contemplaba de forma muy clara.

Solo tienen ustedes que acudir a dicho código penal y comprobarlo.

Tras esto, es evidente que la ley “sí es sí” ha sido, como ya se anunció, una ley que ha dejado, y va a seguir dejando, desprotegidas a las víctimas de este tipo de delitos (ninguna víctima quiere volver a cruzarse con su agresor y menos antes de «lo acordado») y beneficiando las condenas ya dictadas; y que aquello del “consentimiento”, con lo que se están intentando escudar los «creadores», ya estaba contemplado, al menos, en el código penal de 1870.

Lo más grave de todo esto es que nadie ha sido cesado ni nadie ha dimitido por ello.

2 Comentarios

  1. Tomás

    Sublime. Como siempre.

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  2. Gabi Martínez

    Así es! Y el problema es tan acuciante que ni con disposiciones adicionales ni con modificaciones de ley se va a solventar y todo por el ego de «algunes». Y es que la disculpa o la rectificacion no son asumibles.

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